miércoles, 5 de diciembre de 2012

El coso

He clavado en la espalda de la palabra dos banderillas y desangra animal.
Brama la palabra ronca cuando contempla a quien la degüella.

La vendo a la palabra, lonja a lonja, en el mercado de las carnes.
Palabra veneno para el deguste de los paladares exquisitos.


El maestro asesino lame la linfa de sus filos y vuelve a ponerse de puntillas en el ridículo baile ridículo de la muerte pública.
Le aprietan las palabras sobre los muslos y la única sospecha de vida sube en ascensor a la garganta.
Las luces de su hábito se apagan y la palabra vampiro eyacula rosas de sangre al matador.

La plaza, el circo, el coso, la manga, el coleo, habla Darwin
Y la palabrería de la depredación será vengada por los rayos del hijo del sol.

Nos da su palabra. 

 

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