Ésta es una respuesta al artículo: Sólo madres, de Beatriz Gimeno: http://beatrizgimeno.es/2012/07/12/solo-madres/#comment-1639
Vamos a ver.
Yo creo que el papel de madre, de amamantadora (que también lo pueden hacer los hombres: amamantar -aunque me crucifiquen por ello-) es un rol ganado por las mujeres, donde nos sentimos reconocidas, valoradas, por eso NO aceptamos darnos cuenta de que es una TRAMPITA; enredo en el que algunas gustosas caemos y otras simplemente lo aceptamos sin reflexionar en ello.
Pero también hay quien se levante, alce la mano y pida una intervención a la maestra y sin que se la concedan se plante en contra, esa es Gimeno y yo la aplaudo.
[Intersticio: conozco casos -todavía en el siglo XXI- en los que las mujeres se "pelan" con las pastillas anticonceptivas para quedar embarazadas para "amarrar" a un hombre -novelesco, pero cierto y asqueante, claro-: "embarazada por error", porque además el cuido durante las relaciones sexuales muchas veces recae en la mujer y lo aceptamos sin rezongar y lo usamos a conveniencia. Fin del paréntesis]
Entonces como la lactancia y la crianza se convierte en un "espacio ganado" (más inducido imposible -la comillas son para dar cuenta de ironía-), las mujeres izamos las banderas de la reproducción y nos toca más bien reproducir la misma sociedad machista-patriarcal que cree que dar teta, criar y limpiar son cosillas de las vaginas.
Somos arte y parte en una cadena que, repetimos sin la más mínima conciencia.
No estoy de acuerdo con dar leche del tetero, por razones políticas, de salud y amorosas, más que por ser talibana; pero defiendo a las que no quieran ser madres, a las que siéndolo educan a su pareja porque el padre también puede mecer y ser cobijo y criar y cocinar y limpiar y trabajar y hacernos sexo oral: a la cuádruple jornada a la que nos sometemos sin mayores remilgos, sin tantas consignas (para muchas porque Dios lo quiso así y amén).
Me gusta que abofeteen algunas cosas que están como "dadas", que son así "porque sí", porque "el dedo de Dios nos tocó a las mujeres, nos señala y somos las elegidas" porque.... y blablablá. O porque "somos creadoras y podemos transformar la sociedad" y... blablablá y mientras la rueda sigue girando y libamos las mismas aguas.
Ojalá que esas aguas realmente nos revolucionaran desde la teta.
Mientras y para que el dedo acusor no caiga (y creo caerá) sobre mí: SI, no tengo muchacho todavía y SI, todas y todos me instigan para que procree, porque ya saben "no eres mujer hasta que..."
Me da risas y a veces también me da mucha bronca, que mi madre me traiga remedios caseros (que no me tomo), o me consiga tratamientos con éste o aquel para que quede encinta; o que alguna me considere una submujer por no embarazarme a pedido y entonces "no estás a mi nivel, cuando tengas 2 hijos, seas tan infeliz como yo y aparentes emancipación, entonces..."
¿Somos algo más que madres? y ¿siéndolo -habiendo sido enseñada a serlo desde muy pequeñas-, tampoco lo hacemos bien? |
Hay más tela que cortar, hay cosas que no contemplamos, he allí el debate.
Abajo el texto completo de Gimeno:
Hagamos lo que hagamos no dejamos de ser, sobre todo, madres. Las
mujeres seguimos definiéndonos en cuánto madres, por serlo o no serlo y
cuando lo somos tenemos que ser siempre una madre amantísima,
amamantadora, y que encuentra en esta maternidad “su mejor papel”. Nada
de una madre harta, cansada, una que prefiere no dar de mamar porque
elige descansar o que está deseando que venga alguien y se lleve al
niño/a un rato o siempre (me niego a considerar que no haya mujeres que
se arrepientan secretamente de una decisión irreversible y, además, me
niego a juzgarlas). No importa nada lo que la mujer haga en su vida, lo
que sea o diga; si ha parido, será únicamente madre. No será diputada,
actriz, minera, será madre. Su trabajo, su vida familiar, sexual,
social, estarán condicionadas por esa maternidad.
Ser madre es lo más fácil del mundo porque desde que nacemos niñas
recibimos todo tipo de información acerca no sólo de ser madre, sino de
qué tipo de madre ser, esa amantísima, amamantadora, dispuesta y feliz,
la única madre que se puede ser. La otra, la que está harta, cansada y
quiere que el padre (o quien sea) se lleve al niño vociferante, esa no
existe o, de existir, es un monstruo, lo peor que puede ser una mujer:
una mala madre. Muñecos con aspecto de bebé que niñas casi de ese mismo
tamaño llevan con ellas, muñecos que lloran, escupen, maman, hacen caca y
pis…te van acostumbrando a la díada inseparable mama-bebé. Pero a pesar
de que es facilísimo, que la biología hace su trabajo sin apenas
intervención de ningún tipo, que llevamos miles y miles de años haciendo
exactamente lo mismo con los bebés…a pesar de eso, no debe ser tan
sencillo convencernos cuando el sistema no ceja en enseñarte, enseñarte,
acostumbrarte, esforzarse en vencer todas tus resistencias…Cuando algo
hay que machacarlo de esa manera es que no está tan claro que la
maternidad sea algo tan deseado por todas. Porque aunque la mayoría de
miles de millones de mujeres (literalmente) somos madres, resulta que
aun hay que aprender a ser madre. Por eso proliferan los blogs, los
libros y folletos, en los que mujeres felices, felicísimas, nos explican
cómo hay ser madre, cómo si no lo supiéramos (cada una como puede,
sería la respuesta correcta).
En todo caso, todos estos blogs son de buenas madres y siempre
felices que nos explican cómo la maternidad ha cambiado sus vidas,
siempre para bien. Cómo cuánto más dan de mamar, más abandonan el mundo,
la profesión que tuvieran, incluso las relaciones amorosas o sexuales,
para “entregarse” al bebé, más felices son. “El arte de ser madre”,
(ah…es un arte, quién lo diría), “Ser madre cambió mi vida”, “La
maternidad vivida al 100%”, etc. Estos son algunos títulos de blogs,
folletos o libros que nos enseñan eso que se supone, a pesar de que no
se nos educa para otra cosa, que no sabemos hacer bien. Merece la pena
reseñar que todas estas mujeres son “conversas”, es decir, todas son
mujeres que antes de ser madres tenían una profesión que les importaba
mucho, mujeres que en algún momento cometieron el pecado de pensar que
la maternidad no lo sería todo en sus vidas y que no dejarían de
trabajar por ser madres, ni dejarían de ocuparse de las cosas que les
importan, ni dedicarían todo su tiempo a sus bebés. Ahora, se han
“convertido” y nos lo cuentan. Es curioso porque las madres
tradicionales, esas que no se han planteado nada acerca de la
maternidad, esas que han sido madres sin más explicación, esas que han
sido madres cómo han podido, las madres rurales, las madres
trabajadoras, las madres amas de casa de toda la vida, las madres que ya
son mayores (nuestras madres) y las abuelas (nuestras abueñas), esas
se morirían de risa ante estas nuevas místicas de la maternidad que han
descubierto El Dorado porque dan de mamar.
Esas madres que no necesitaron un curso saben de sobra que ser madre
es como todo en la vida bueno y malo, maravilloso y espantoso, deseable e
indeseable, depende de las circunstancias personales y sociales de cada
una. A unas les gustan los niños y a otras no; unas sabían dónde se
metían y otras no, a unas les gusta tanto su trabajo que no lo dejarían
por nada del mundo, a otras, en cambio, su trabajo no les satisface, así
que lo dejan contentas, la mayoría hace equilibrios para hacerlo todo y
renunciar lo menos posible; unas están deseando que llegue un bebé
porque eso llenará un enorme vacío en sus vidas, otras se darán cuenta,
demasiado tarde, de que su vida estaba llena y que un bebé no es la
solución de nada, unas estarán deseando quitarle tiempo a su pareja y
dárselo al bebé y otras, en cambio, sentirán la pérdida de intimidad con
su pareja que un bebé conlleva; unas tendrán nostalgia (que nunca
confesarán) del tiempo en que no tenían responsabilidades, otras ya no
podrán imaginar sus vidas sin el niño o la niña etc.
Y todo esto viene a cuenta del auge de las amamantadoras felices y
talibanas (es decir, las que no cejan en convencer al resto de las
mujeres de que no hay otras opciones que la suya) algunas de las cuales
me persiguen desde que escribí mi ingenuo post sobre este tema sin saber
donde me metía. Como no lo sabía, pero ahora sí, no sólo me reafirmo
sino que insisto. Defenderé siempre que cada mujer haga lo que le venga
en gana con cuerpo y su vida, defenderé esa elección sin juzgarla ni
atacarla por ello; no opinaré que una mujer es mejor madre que otra
porque no juzgo a las mujeres como madres, sino como personas, y mucho
menos aun mientras no se emplee el mismo rasero para juzgar a los
hombres como padres, pública y privadamente. Y todo esto (aunque no lo
parezca) se me ha venido a la cabeza a cuento de que hace poco se elegía
al presidente/a de Islanda y la elección estaba entre un hombre y una
mujer. Sin embargo, para los medios, la elección se dirimía entre “un
político experimentado y una joven madre”(aparecía así en todos los
medios); ¿eso son parámetros comparables? ¿Qué tiene que ver que ella
fuera madre con su capacidad política o personal? Lo lógico hubiera
sido, en todo caso, distinguir entre un político experimentado y una
política inexperta (suponiendo que lo fuera); entre una joven madre y
un padre añoso (ridículo ¿no?); entre un político de tal partido, y una
política de otro partido.
No hay manera. Hemos retrocedido cuarenta años y lo que no
consiguieron los hombres en su momento, meternos en casa, lo están
consiguiendo ahora con la mística de la maternidad y también con cierta
mística de la feminidad que se ha extendido entre todo tipo de
feminismo. Creo que, en parte, hemos equivocado la estrategia: Tanto
darle al cuidado, a la conciliación y a los principios femeninos.
Normal…al final ¿quién va a cuidar, a conciliar y quien se va a comer
esos principios? Yo estoy más, de nuevo, por ser malas, no cuidar a
nadie, negarnos a parir y, si parimos, dar biberones a tutiplén; volver a
los orígenes del feminismo: no quiero ser una buena madre, una buena
compañera, una buena mujer, una buena madre/trabajadora etc. Tengo
varios post en perspectiva, incluso varios blogs: “El blog de la mala madre”, “Se asertiva: como decirle a la enfermera que dé de mamar ella”, “El día en que se te olvidó darle a tu niño de comer y te quedaste tan pancha”, “Cómo seguir durmiendo cuando llora (que se haga cargo él)” “Medicamentos para que se retire la leche”, “Cómo tener un hijo/a y seguir como si nada” etc. En fin, que tengo tema. El blog de la mala madre está al caer.
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