Ella es Karen. Él, Sebastián. En escena, mi prima canta con su hijo mayor en un concurso escolar en pleno corazón de San Petersburgo. Lo llama "el pereza" a Sebas, por eso no lo abandona, lo coge de la mano, se descalza y toma como excusa la tarea para pasear el gen caribe en -5° bajo el sol.
Le pusieron como estrella alcanzar un poema, declamar, o cantar, y como a Karen se le da bien esto último, escogió La bicicleta de Carlos Vives y sorprendieron a los rusos con una electrocumbia.
Obtuvieron el primer lugar y ahora giran con su show, bajo el cual suena el sabroso acordeón, los fuelles de una bicicleta que los lleva a todos lados.
Dicen que Karen empinó bien el micrófono y que, de vez en cuando, charrasqueó la guitarra imaginaria que guinda en la pared de la casa de la abuela en Petare, propiedad de los Carpio. El frío ruso se resquebrajó... un poquito.
Más historias en mi cuenta en instagram.