miércoles, 27 de julio de 2011

La infeliz Caracas

Por Gabriel García Márquez.- La primera vez que la oí nombrar fue en una frase de Simón Bolívar: La infeliz Caracas. Desde entonces, pocas veces la he vuelto a oír nombrada sin que vaya precedida de ese antiguo prestigio de infelicidad. Al parecer, su destino es igual al de muchos seres humanos de gran estirpe, que no pueden ser amados sino por quienes sean capaces de padecerlos.
Desde aquella remota frase de la escuela primaria, Caracas ha sido siempre para mí algo muy parecido a una obsesión. En el pueblo donde nací, que también tenía algo de infernal y no sólo por su calor de infierno, uno se encontraba a Caracas en el agua y la sal. Era un refugio de expatriados y apátridas del mundo entero, pero existía una categoría aparte, mucho más nuestra que las otras, que eran los fugitivos del infierno de Juan Vicente Gómez. Ellos me dejaron a Caracas sembrada para siempre en el corazón, a veces por los horrores de sus cárceles, y a veces por la idealización de la nostalgia. Era difícil ser feliz pensando en Caracas, pero era imposible no pensar en ella.
Nadie me enseñó tanto sobre esa ciudad irreal, como la gran mujer que pobló de fantasmas los años más dichosos de mi niñez. Se llamaba Juana de Freites, y era inteligente y hermosa, y el ser humano más humano y con más sentido de la fabulación que conocí jamás. Todas las tardes, cuando bajaba el calor, se sentaba en la puerta de su casa en un mecedor de bejuco, con su cabeza nevada y su bata de nazarena, y nos contaba sin cansancio los grandes cuentos de la literatura infantil. Los mismos de siempre, desde Blanca Nieves hasta Gulliver, pero con una variación original: todos ocurrían en Caracas.
Fue así como crecí con la certidumbre mágica de que Genoveva de Bravante y su hijo Desdichado se refugiaron en una cueva de Bello Monte, que Cenicienta había perdido la zapatilla de cristal en una fiesta de gala de El Paraíso, que la Bella Durmiente esperaba a su príncipe despertador a la sombra de Los Caobos, y que Caperucita Roja había sido devorada por un lobo llamado Juan Vicente el Feroz. Caracas fue desde entonces para mí la ciudad fugitiva de la imaginación, con castillos de gigantes, con genios escondidos en las botellas, con árboles que cantaban y fuentes que convertían en sapos el corazón, y muchachas de prodigio que vivían en el mundo al revés dentro de los espejos. Por desgracia, nada es más atroz ni suscita tantas desdichas juntas como la maravilla de los cuentos de hadas, de modo que mi recuerdo anticipado de Caracas siguió siendo el de siempre: la infeliz Caracas.
Todo esto lo pensaba el 28 de diciembre de 1957 – día de los Santos Inocentes, además – mientras volaba desde París hacia Caracas en los aviones de cuerda de aquella época, que tanto tiempo daban para pensar.
A pesar del calor, del fragor del tránsito en las autopistas de vértigo, de las distancias cortas más largas del mundo, yo iba reconociendo a cada vuelta de rueda los sitios familiares de mi infancia desde que atravesé la ciudad por primera vez. Identificaba en las laderas escarpadas las cabañas de colores de los enanos, los dragones de candela, la torre del rey, y una edificación luciferina que sólo por su nombre sobrepasaba de muy lejos a todos los horrores del mundo infantil: El Helicoide de la Roca Tarpeya. Recuerdo que al verla por vez primera, asomada a su precipicio mortal, volví a recordar: La infeliz Caracas.
Mi primer domingo en la ciudad desperté con la rara sensación de que algo extraño nos iba a suceder, y la atribuí al estado de ánimo que me había inspirado con sus fábulas doña Juana de Freites. Pocas horas más tarde, cuando nos preparábamos para un domingo feliz en la playa, Soledad Mendoza subió de dos zancadas las escaleras de la casa con sus botas de Siete Leguas.
-¡Se alzó la aviación! – gritó. En efecto, quince minutos después, la ciudad de abrió por completo en su estado natural de literatura fantástica. Los caraqueños habían salido a las azoteas, saludando con pañuelos de júbilo a los aviones de guerra y aplaudiendo de gozo cuando veían caer las bombas sobre el Palacio de Miraflores, que para mí seguía siendo el Castillo del Rey que Rabió. Tres meses después, Venezuela fue por poco tiempo, pero de un modo inolvidable en mi vida, el país más libre del mundo. Y yo fui un hombre feliz, tal vez porque nunca más desde entonces me volvieron a ocurrir tantas cosas definitivas por primera vez en un solo año: me casé para siempre, viví una revolución de carne y hueso, tuve una dirección fija, me quedé tres horas encerrado en un ascensor con una mujer bella, escribí mi mejor cuento para un concurso que no gané, definí para siempre mi concepción de la literatura y sus relaciones secretas con el periodismo, manejé el primer automóvil y sufrí un accidente dos minutos después, y adquirí una claridad política que habría de llevarme doce años más tarde a ingresar en un partido de Venezuela.
Tal vez por eso, una de las hermosas frustraciones de mi vida es no haberme quedado a vivir para siempre en esa ciudad infernal. Me gusta su gente, a la cual me siento muy parecido, me gustan sus mujeres tiernas y bravas, y me gusta su locura sin límites y su sentido experimental de la vida. Pocas cosas me gustan tanto en este mundo como el color del Avila al atardecer. Pero el prodigio mayor de Caracas es que en medio del hierro y el asfalto y los embotellamientos de tránsito que siguen siendo uno solo y siempre el mismo desde hace 20 años, la ciudad conserva todavía en su corazón la nostalgia del campo. Hay unas tardes de sol primaveral en que se oyen más las chicharras que los carros, y uno duerme en el piso número quince de un rascacielos de vidrio soñando con el canto de las ranas y el pistón de los grillos, y se despierta en unas albas atronadoras, pero todavía purificadas por los cobres de un gallo. Es el revés de los cuentos dehadas: la feliz Caracas.


martes, 26 de julio de 2011

Caracas, lucha y canto

Discurso del profesor Earle Herrera, con motivo del 444 aniversario  de la fundación de Caracas, 25 de julio de 2011
Nos contaron los cronistas que el nombre de Caracas proviene de la voz indígena para designar una planta, un bledo que abundaba en las orillas del río Guaire y en toda la fértil zona del valle situado al pie del Guaraira Repano. Nos relataron que así quedaría identificada en los mapas la ciudad y así sería bautizada para los siglos por su fundador, Diego de Losada, un 25 de julio de 1567: Santiago de León de Caracas. Una ciudad con nombre vegetal. Hispano e indígena. De reminiscencias belicosas por Santiago Apóstol –España creó en su nombre una orden militar– y también por la aguerrida tribu de los Caracas, como bien lo observara el poeta caraqueño Aquiles Nazoa (1982: 36 y 37).
Las luchas y el tiempo borrarían la toponímica huella colonial de Santiago. El león seguiría como escudo y emblema. La ciudad quedaría con el nombre autóctono de los que, desde tiempos inmemoriales, fueron sus habitantes y legítimos dueños: los pueblos originarios. La gran montaña que la escolta al norte –el Guaraira Repano–, sí cedería a la toponimia del conquistador. El Ávila, el Monte Ávila sería el nombre dominante y predominante hasta la llegada de la Revolución Bolivariana. También la conquista fue eso: una guerra de voces y palabras, lenguas e idiomas, donde se impuso el más fuerte, pero sin poder evitar el mestizaje lingüístico ni borrar del todo las voces primitivas que vienen desde las primeras noches: Macarao, Caricuao, Catia, Antímano, Guarataro, Chacao, Baruta, Petare, hoy barrios, parroquias o municipios de la ciudad moderna.
Antes, mucho antes de que los españoles intentaran –tan siquiera soñaran– conquistar el valle de los indios Caracas, someter a las bravas tribus y domesticar la accidentada topografía, los aborígenes llamaron a la gran montaña que la escolta Guaraira Repano. El conquistador le cambió el nombre por el de uno de sus capitanes, Gabriel de Ávila, oficial bajo las órdenes del fundador, Diego de Losada. La mezcla de voces y nombres, antes que la de razas y sangre, fue dando origen a lo venezolano, al mestizaje. Nada hay más caraqueño que la hermosa montaña que la escolta, aun después de su bautizo hispano. Todavía hoy guarda los misterios de las remotas noches del Guaraira Repano.
EL VALLE DEL CANTO Y LA DISCORDIA
Bañado por varias quebradas y ríos, el mayor de ellos el Guaire, que extiende su cauce unos 17 kilómetros, el valle de Caracas ve cortada su anchura, no superior a los cinco kilómetros, por la serranía del Guaraira Repano al norte y otra menor al sur, que convergen hacia el este, en un paisaje de colinas que parecían dispuestas para dificultar no sólo la conquista y la colonización, sino la futura urbanización. Sin embargo, fue el lugar escogido por los caciques para sus tribus y, luego, por los españoles para fundar la ciudad que, con el tiempo, sería el centro de poder. La accidentada y dificultosa topografía no ocultaba los encantos del valle. Por sus tierras, se lucharía desde los tiempos de la conquista hasta el sol de hoy.
Así fue desde siempre. Por un lado se le cantaba a los maravillosos paisajes de montañas, ríos y colinas y, por el otro, se le hacía objeto de todas las codicias. El conquistador despojó al indígena de su tierra; el blanco criollo al zambo y al mestizo; el mantuano al ciudadano común; el general de la independencia vuelto terrateniente, a quien se le opusiera. Así se fue formando la casta de los amos del valle, hasta los terrófagos urbanistas de hoy que violando ordenanzas, desalojando vecinos, logrando recursos de amparo judicial, devastando zonas verdes, arrasando vestigios coloniales e históricos, fueron convirtiendo a la ciudad en una mole gris de cabillas y hormigón.
El canto y la oda vienen de lejos. La disputa y la discordia también: desde los primeros tiempos en que el valle de los Caracas fue avistado por los “ilustres varones de Indias”. Para el conquistador Francisco Fajardo, hijo de un español en una hija y nieta de caciques, se convirtió en obsesión. En su empeño de conquista encontró la muerte, luego de varios intentos. Llamó a ese paisaje natural de sus desvelos: “Valle de San Francisco”. Sería Diego de Losada quien coronaría lo que inició Fajardo, cuyo nombre lleva hoy una de las principales autopistas de la ciudad: la “Francisco Fajardo”.
José de Oviedo y Baños, al hacer historia, no pudo evitar sentirse seducido por el valle; su prosa se hizo lírica en elogios y cumplidos para una tierra a la que comparó con el paraíso. Los poetas de siglos venideros no fueron menos emotivos. El insigne cronista, en su obra publicada en 1722, a siglo y medio y un lustro de la fundación, nos entrega su visión maravillada del valle de Caracas:
“Es un hermoso valle, tan fértil como alegre, y tan ameno como deleitable, que de poniente a oriente se dilata por cuatro leguas de longitud, en 10 grados y medio de altura septentrional, al pie de unas altas sierras, que con distancia de cinco leguas la dividen del mar en el recinto que forman cuatro ríos, que porque no le faltase circunstancia para acreditarla paraíso, la cercan por todas partes, sin padecer sustos de que la aneguen: tiene su situación la ciudad de Caracas en un temperamento tan del cielo, que sin competencia es el mejor de cuanto tiene la América, pues además de ser muy saludable, parece que lo escogió la primavera para su habitación continua, pues en igual templanza todo el año, ni el frío molesta, ni el calor enfada ni los rigores del invierno afligen: sus aguas son muchas, claras y delgadas, pues los cuatro ríos que la rodean, a competencia la ofrecen sus cristales, brindando al apetito en su regalo, pues sin reconocer violencias del verano, en el mayor rigor de la canícula mantiene su frescura, pasando en el diciembre a más que frías…”(Oviedo y Baños: 1982: 419-420).
Este hermoso valle que sublimó la pluma del cronista Oviedo y Baños, cuya montaña cambia de matices y colores con las horas del día en un espectáculo real-maravilloso, sería escenario de feroces batallas entre los que llegaron de allende los mares y los que poblaban sus días y sus noches desde los tiempos perdidos en la memoria remota de nuestros antepasados.
El arcabuz se impuso a la flecha; la armadura de hierro al pecho desnudo del guerrero indio; la espada y la cruz al arco y al rito; la técnica y la táctica al puro valor y coraje.
EN EL NOMBRE DEL REY
La conquista del valle fue consumada en 1567, regada con la sangre de las valerosas tribus de los caracas, los tarmas, los mariches, los teques, los arbacos. Sus caciques, Guaicaipuro, el gran jefe; Tamanaco, Paramaconi, Tiuna, Chicurumay, Sorocaima, en acciones del más alto heroísmo, lucharían hasta la muerte antes que rendirse. El poeta de las cosas más sencillas, Aquiles Nazoa, escribió:
“Pocas tierras de América habían vendido tan cara su libertad al extranjero, como estos desnudos hijos de la tierra venezolana cuya hazaña de 15 años en firme resistencia al invasor, arraiga tempranamente en la historia la semilla que después dará su flor más acabada en la figura de un Simón Bolívar. Los últimos caciques en rendir las armas fueron Conopoima y Acapropocón” (Nazoa: 1982: 36-37)
Era la aurora, en el valle, de la vida colonial. Fundar, luego de la conquista, no significaba vivir en paz. El 25 de julio de 1567, Diego de Losada, en nombre de su Majestad, funda la ciudad y la bautiza Santiago de León de Caracas. Al fino observador que es el poeta Aquiles Nazoa, no escapan el lugar escogido por el capitán español para erigir la ciudad ni mucho menos la connotación del nombre con que la bautiza. Así lo escribe:
“Iniciando una de las discusiones de más larga vida que haya suscitado el tema urbanístico de Caracas, no fundó Don Diego la ciudad donde se lo reclamaría un técnico urbanista de hoy, sino en el sitio que su circunstancia de conquistador asediado le permitía mantenerse a prudente equidistancia de los mariches, de los chacaos, de los taramaynas, de las tribus que vigilaban desde los cuatro horizontes. Un hecho quizás significativo de que sus preocupaciones de ese momento no son de orden arquitectónico sino bélico, sería el de haber asociado, para bautizar la ciudad, dos nombres de tan belicoso contenido como el de Santiago, el santo patrón guerrero de las Españas, y el de una de las más aguerridas tribus del valle” (Nazoa: 1982: 36-37).
No estaba despistado el capitán de conquistadores cuando asociaba estos nombres guerreros ni cuando reitera su promesa de levantarle una ermita a San Sebastián, el protector de los hombres contra las flechas. La ciudad no sólo sería asediada por las tribus de los alrededores, sino que, más adelante, habría de resistir la invasión de los piratas desde el litoral, como lo registran en sus relaciones sobre Caracas el cronista Oviedo y Baños (1982) y el escritor Guillermo Meneses (1979), para referirse a la valentía y coraje con que los españoles y sus descendientes defendieron lo que tanto trabajo y sacrificio les había costado conquistar, fundar y edificar.
Así nacía y empezaba a crecer la ciudad en el corazón del valle, entre los sobresaltos de las noches y las duras faenas de los días. El andamio, el bahareque, la madera, las tejas, el metal y la piedra, puestos y dispuestos por el hombre, irán levantando un paisaje urbano en medio del sobrecogedor paisaje natural. No sólo para gusto y maravilla de los viejos cronistas, sino también para los pintores y poetas de ayer y de hoy. Nadie podía imaginar, mucho menos el conquistador Diego de Losada, que aquella ciudad fundada en nombre de su Majestad, sería siglos después la cuna de la libertad y de la independencia del poder de aquel rey.
EL TABLERO DE DAMAS
A poco tiempo de fundada Caracas, los pleitos por la tierra se hacen presentes. Como se ve, un problema viejo, antiguo, no inaugurado por el buhonero que hoy se “adueña” de una esquina ni del buen empresario que hace de la estafa inmobiliaria su modus vivendi. Los españoles que despojaron a los bravos indígenas de sus tierras, pronto se verían peleando entre ellos por un terreno baldío o un solar. Hay bastante espacio para la época, pero la ambición nunca ha conocido límites. En la expansión constante de la propiedad, a las etnias cada vez se les echa más hacía el monte. Y luego, porque las haciendas trepan los montes, hacia el horizonte, que es como decir, hacia ninguna parte.
Hay que poner orden entre los blancos. Ermila de Veracoechea, en su estudio “El repartimiento de las tierras en la Caracas colonial”, escribe: “se fijan así los solares para los primeros conquistadores, que en forma de ‘tablero de damas’ le van dando fisonomía a la ciudad” (Veracoechea: 1993: 91). La fijación de los primeros ejidos de Caracas se realiza el 14 de junio de 1594, es decir, 27 años después de su fundación. Los reclamos y querellas toman hasta cierto matiz cómico, vistos desde nuestra época, por los puntos de referencia que se dan como límites de las propiedades: “Antes de llegar a la estancia de Juan de Guevara”, “junto a donde yo tengo mis conucos”, “una palma verde que estaba junto a un bojío de obejas”, “una piedra verde” o “una piedrezuela larguilla”. Y se reclama terreno porque tengo “muchas hijas por casar” y argumentos por el estilo, como lo apunta Manuel Pinto C, en el libro Los Ejidos de Caracas (Pinto:1968: 9). Se va extendiendo así, sobre el valle, la ciudad colonial de los techos rojos. Una minoría copa cada vez más espacio.
“Ya en el siglo XVIII -destaca Ermila de Veracoechea- las mejores tierras estaban en manos de unas pocas familias principales, emparentadas entre sí: los Blancos, los Tovar, los Ponte, los Palacios y los Liendo, entre otros, dominaban la mayor parte de las tierras más productivas, llegando a ser propietarios de 45% del territorio de la provincia de Caracas.
Todo este proceso de concentración de la propiedad territorial en la provincia de Caracas que se había iniciado en los siglos XVI y XVII se acentúa en la segunda mitad del siglo XVIII y la primera década del XIX, a lo cual contribuyó el auge cacaotero que se inicia en el XVIII. A fines de dicho siglo, el monopolio de los grandes terratenientes incide negativamente en los pequeños propietarios, cuya forma de tenencia de la tierra queda disminuida ante la avalancha de los amos del valle, que en forma determinante se van adueñando de lo que en principio fue el valle de los indios toromaymas, llamados luego indios Caracas” (Veracoechea: 1993: 98-99)
Esta larga etapa colonial empina sobre el valle iglesias y monumentos, colegios y conventos, seminarios y ermitas, catedral y oratorio. El gobernador Diego de Osorio, con el empedrado de las calles, la fundación de la primera escuela, la apertura de lugares para el esparcimiento popular y otras obras civiles le fue imprimiendo a Caracas el perfil de su arquitectura colonial. Es a esa ciudad de techos rojos que se extiende a orillas del Guaire, a la que poetas y cantores de siglos venideros van a llamar “Novia del Ávila”, “odalisca rendida a los pies del sultán enamorado”, “ciudad de la eterna primavera”, “sucursal del cielo”, entre otros cumplidos líricos a la urbe que, como escribe Manuel Pinto C., “atraída tal vez por los vapores volubles de su valle, allana los barrancos, salta acequias y ríos, se sube a las colinas, se mete en las quebradas, y traspone, sin la menor consideración, cuántos términos le fijan a su expansión urbanística” (Pinto C: 1968: 9).
FARO DE LIBERTAD: EL LEÓN SE EMANCIPA
No tuvo Caracas, sin embargo, durante los dos primeros siglos de su fundación, el esplendor ni el peso político y económico de otras capitales coloniales de América. Aun como Capitanía General, por mucho tiempo siguió bajo la jurisdicción de la Real Audiencia de Santo Domingo, hasta donde había que ir para resolver asuntos de negocios o a seguir estudios universitarios. Para un observador de la época, resultaba insospechable que desde esta apacible ciudad colonial, pudiera surgir el fuego libertario -como en efecto ocurrió- que se expandiría por todo el vasto imperio español en América.
El siglo XVIII incubaba las sorpresas. Venezuela es elevada a Capitanía General en 1777. En la segunda mitad de la centuria verán la luz instituciones y hombres que cambiarán, radicalmente, la historia de las provincias y la capital. Si la Iglesia y el Cabildo Municipal aumentan su peso y presencia, en 1721 es creada la Real y Pontificia Universidad de Santiago de León de Caracas, hoy Universidad Central de Venezuela. La Intendencia de Caracas es decretada en 1776. La Real Audiencia de la ciudad en 1876. El Consulado de Caracas en 1793. Y en 1803, por Bula del Papa, es creado el Arzobispado de Caracas.
Con las instituciones y la madurez política y administrativa que va alcanzando la ciudad, vienen al mundo hombres que habrán de ser excepcionales. En ese lapso del siglo XVIII, nace un grupo de venezolanos que harán de Caracas, a la vuelta de unas décadas, la capital libertaria del continente. Entre otros grandes patriotas, la historia registra el nacimiento de Francisco de Miranda (1750), Andrés Bello (1781), Simón Rodríguez (1771), Simón Bolívar (1783), Pedro Gual (1783)
“La más desmantelada, otrora, de las colonias hispánicas de América -escribe don Pedro Grases- está preparada para llevar a cabo, con extraordinaria pujanza en sus decisiones, el papel de avanzada, definidora, de la gesta de emancipación del continente.
“En julio de 1808 -prosigue- supo oponerse virilmente al intento de dominación napoleónica. Y en 1810 asombrará al mundo con el comienzo de la Revolución de la Independencia. Sus ideas se esparcen por todo el ámbito americano y Europa seguirá con atención creciente la resolución de este núcleo social que, después, dirigido por el genio de Bolívar iba a consumar la libertad del vasto imperio español” (Grases: 1988: XXVI)
Cierto. Es aquí, en el valle que vio ayer a Guaicaipuro luchar hasta la muerte contra el conquistador, donde se fraguará la conspiración de Pedro Gual y José María España, fecunda semilla de la gesta emancipadora. Más de dos siglos transcurren entre el grito rebelde del gran cacique de los Caracas y la proclama libertaria de los dos patriotas. De ese aparente letargo de más de dos centurias, despertará la ciudad colonial que duerme al pie del Guaraira Repano. Es éste el llamado que en su proclama hacen Gual y España “a los habitantes libres de la América Española”, en 1797. En 1806, otro grande hijo de Caracas, el generalísimo Francisco de Miranda, lanzará su proclama a los pueblos del continente.
Nótese que tanto Gual y España como el Precursor de la Independencia, dirigen sus mensajes a todo el continente americano. Caracas, “la más desmantelada de las colonias”, se convierte así en faro de la independencia del llamado Nuevo Mundo.
Ya en 1798, Francisco de Miranda había redactado su proyecto de constitución americana. Y en 1801, su proyecto constitucional. Son éstos los antecedentes del movimiento independentista que se iniciaría aquel 19 de abril de 1810, con el Cabildo de Caracas como centro de los acontecimientos. El Acta del Ayuntamiento de tan memorable día, donde se recoge la instalación de la Junta Suprema de Venezuela, se encuentra actualmente en el Salón de Sesiones del Concejo Municipal de Caracas. Es el homenaje perenne de la ciudad a sus próceres y, también, al pueblo caraqueño que aquel histórico día, con un “No”, hizo pronunciar al capitán general, don Vicente Emparan, su célebre frase: “Yo tampoco quiero mando”.
La marcha seguirá sin pausa. Un año y dos meses después, el 5 de julio de 1811, en el Palacio Federal de la Ciudad de Caracas, los representantes de las siete provincias unidas que formaban la Confederación Americana de Venezuela, firmarían el Acta de la Independencia, cuya proclamación fue la primera en Hispanoamérica.
Era el ejemplo que daba Caracas a todo el continente. Mas, no sólo fue ejemplo, sino también hombro, apoyo y vanguardia. Las espadas que consolidarían la independencia proclamada en 1811, durante la larga guerra de emancipación llegarían hasta el Potosí y Ayacucho, sellando así la libertad de la Nueva Granada, Ecuador y Perú.
Caracas no sólo habrá de enfrentar al ejército español, sino también los embates de la naturaleza, y “luchar contra ella”, como lo proclamó Simón Bolívar, a raíz del terremoto de 1812 que casi destruye la ciudad. También contra la superstición explotada por los realistas, al atribuir a un “castigo divino” las calamidades de los fenómenos naturales. El pueblo sabrá sobreponerse, incluso a la pérdida de la Primera República, y el 14 de octubre de 1813, la Municipalidad de Caracas le confiere a su más grande hijo, Simón Bolívar, el título de Libertador.
Bajo su mando, luego de una cruenta década de victorias y reveses, el 24 de junio de 1821, en la Batalla de Carabobo, se alcanza la liberación de Caracas y de casi todo el territorio venezolano. La ciudad que vio nacer a Miranda y Simón Rodríguez, a Bello y a Simón Bolívar, se perpetuará en la Historia y en la conciencia americana como la capital libertaria de América.
¡ADIÓS PARÍS, HOLA NUEVA YORK!
Ésta es la ciudad del 19 de Abril de 1810 y del 5 de Julio de 1811. Guillermo Meneses diría que Caracas es Venezuela “y en Caracas se perfeccionan –al tomar el poder- las ‘revoluciones´”. Después de la guerra de Independencia, el país se vio infestado por los alzamientos y montoneras durante casi todo el siglo XIX. Fueron aquellos los llamados por Antonio Arráiz “Los días de la ira”, (Arráiz: 1991). Pero el destino final de los sublevados era Caracas. Nadie cogía el monte para quedarse allá, sino para desde allá, avanzar sobre la capital de la República.
El autor de “La mano junto al muro” lo destaca:
“El ´Gobierno´ combatía a los alzados en cualquier sitio de Venezuela y, por fin, el que ganaba había de entrar a Caracas para asumir la autoridad. Así fue muchas veces con Páez, con Cedeño (el que regaló a Guzmán su ´quinquenio´), con Crespo, con Castro. El que no llegaba a Caracas había perdido” (Meneses: 1979: 40)
Centro del poder, en la ciudad capital cada Presidente quiso dejar su huella y, en el caso de Guzmán Blanco, hasta sus estatuas. No es mucho el cariño, en el aspecto físico, que se le puede hacer a una ciudad recién salida de una larga y devastadora guerra. A lo más que se puede dedicar es a restañar sus heridas. Si a esto se suma el hecho de que, lograda la independencia, será escenario de una prolongada lucha de facciones y de inestabilidad política, el panorama no resulta muy alentador.
No obstante, en medio de las vicisitudes, se hace lo que se puede y la ciudad sigue creciendo. De los presidentes del siglo XIX, el más citado y nombrado por sus ejecutorias en función del aspecto físico y el ornato de Caracas es Antonio Guzmán Blanco, llamado el Ilustre Americano. Lo que asombró y enorgulleció, por qué no, al caraqueño de la segunda mitad del XIX, es hoy motivo de crítica y, en no pocos casos, de burla y sarcasmo. Principalmente, el afrancesamiento que signó, también en las obras civiles, la época de Guzmán.
El Ilustre Americano –como se hizo llamar- quería modernizar la ciudad capital y su inspiración –hoy se diría paradigma- era París. Es innegable que construyó grandes obras, muchas de las cuales, quieran que no sus detractores, hoy todavía simbolizan a la ciudad. Con su fina ironía Guillermo Meneses escribe: “no hay duda de que el guzmancismo es caraqueño en muchos sentidos”, aunque en su obra “modernizadora” Guzmán arrasara con muchos edificios y templos coloniales. Con ello, además, le pasaba factura a la jerarquía esclesiástica, con la que se había peleado sin tregua desde su primer Gobierno, hasta el punto de amenazar con fundar una iglesia católica venezolana, cuyos curas y autoridades fuesen elegidos por la feligresía.
Muchos templos y conventos caen bajo la pica guzmancista. Desde el Convento de las Monjas Concepciones para construir el Capitolio Federal, hasta la iglesia de San Pablo para hacer un teatro. “Cualquiera que viva en la Caracas de hoy -apunta Guillermo Meneses- puede encontrar las huellas de Guzmán. Casi cien años han transcurrido desde entonces pero todavía usa Caracas el Palacio Federal, el teatro Municipal, la iglesia de Santa Teresa” (Meneses: 1979: 94). A Guzmán no lo detuvo el ayer colonial, como los constructores de hoy no se detienen ante ningún vestigio de nuestro pasado histórico. Sobre ese siglo XIX, Guillermo Meneses nos resume:
“Del gumancismo vienen los ferrocarriles, los boulevares, no pocos edificios aparatosos y solemnes (…). Crespo ha dejado su palacio de Miraflores; las parroquias San José y La Pastora estrenan sus templos y su categoría desde Rojas Paúl; Castro hará edificios creados por el arquitecto Chataing: el Palacio de Justicia, el Ministerio de Hacienda, el Teatro Nacional” (Meneses: 1979: 94)
Ya en el siglo XX, en 1908 asume el poder el general Juan Vicente Gómez, quien gobernará con mano férrea durante 27 años. La ciudad se sume en el silencio y el miedo, pero incuba la protesta que dará origen al movimiento estudiantil de 1928. Por esa larga noche dictatorial, don Mariano Picón Salas asienta que Venezuela entró al siglo XX en 1935, año de la muerte del dictador.
El petróleo hizo su aparición en la vida venezolana y trastocó la economía tradicional del país. Poco a poco, empezará el abandono de los campos y las migraciones hacia las ciudades, principalmente hacia la capital, ya no se detendrán.
Desde la reurbanización de El Silencio emprendida por el general Isaías Medina Angarita, hasta la construcción de autopistas y superbloques adelantadas por Marcos Pérez Jiménez, irán cambiando la faz de la metrópolis que algunos, como don Alfredo Cortina (1976), llamaron con nostalgia “la ciudad que se nos fue”.
De aquel afrancesamiento de Guzmán, con sus edificios que “parecían pasteles” y su “barroco de relojería”, pasaríamos a una concepción arquitectónica más “a lo Nueva York” que signaría los sueños urbanizadores del general Pérez Jiménez, en la década de 1950. Es hora de despedirnos de la vieja y romántica París y darle los buenos días a Nueva York. Y también, desde entonces hasta hoy, a los problemas que traen consigo las grandes ciudades: congestionamiento vehicular, crecimiento demográfico, encarecimiento de la tierra, insuficiencia en los servicios, disminución de zonas verdes, en fin, que no es gratuito parecerse a Nueva York. Como no lo fue ayer, diría en su defensa el general Guzmán Blanco cuando demolía conventos coloniales para levantar cúpulas góticas, parecerse a París.
“Los problemas de tránsito fueron multiplicándose a medida que fue creciendo la ciudad. Nacieron las grandes avenidas Bolívar, San Martín, Urdaneta, Sucre, Andrés Bello, Nueva Granada y Francisco de Miranda, pero no fueron suficientes. Luego vinieron las Fuerzas Armadas, Universidad, Baralt, Libertador, Solano, Lecuna, y muchas más, pero el tránsito en la ciudad se hizo cada vez más difícil. La población crecía y el número de vehículos crecía a una tasa mayor. Se construyeron las autopistas del este y del oeste que juntas tomaron el nombre de Francisco Fajardo, la del Valle, la Cota Mil (…) y los grandes distribuidores de tránsito, algunos con curiosos nombres como El Pulpo, La Araña, El Ciempiés. La ciudad siguió creciendo” (López Acosta: 1990: 101).
También se multiplicaron las exigencias, problemas y reclamos. Ya Caracas es una ciudad que se empina en altas torres y enloquece a los planificadores. El verdor de los cerros se ve desplazado por los ranchos y el de las colinas -todo es cuestión de semántica- por las quintas y mansiones. Ni París ni Nueva York ni siquiera un híbrido de algún arquitecto que hubiese mezclado en su mente los delirios afrancesados de Guzmán Blanco con los neoyorquinos de Pérez Jiménez. El paso de la Venezuela agrícola a la de una economía petrolera, obviamente incidirá no sólo en el aspecto físico, sino también en el cultural y espiritual. El crecimiento poblacional y el auge de la construcción agotan el angosto valle. Ya no se puede crecer sino verticalmente. El parque Central marca la pauta de concreto. Mientras más se acerca al cielo, la ciudad es cada vez menos la “sucursal del cielo” que soñaron los poetas. Pero tampoco es el infierno de los apocalípticos, pues de serlo, no se explica cómo tantos millones de personas buscan con afán sus pailas.
En lo histórico y político, la ciudad que fue faro libertario para el llamado “nuevo mundo” en el siglo XIX, es en el XXI, cuando tú caminas por el parque con tus hijos, vanguardia de integración y el ejemplo a seguir, como pauta nuestro Himno Nacional, en las luchas de liberación de los pueblos de la América Latina y caribeña.
Caracas marca hoy en el continente el camino que le marcó el más grande de sus hijos: el Libertador Simón Bolívar. El camino que se truncó -o truncaron- en el sueño bolivariano de la Gran Colombia. El de la integración de nuestros pueblos. El de la Patria Grande.
En Caracas nace hoy el sol de un nuevo amanecer americano; ese que ilumina la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Ese cuyos rayos hacen una realidad la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Es el sueño gran bolivariano que convoca, desde Caracas, a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Es, digámoslo sin mezquindad, el ideal del más grande caraqueño de siempre, continuado por la revolución bolivariana y por su líder indiscutible de esta hora y este siglo: el comandante Hugo Chávez.
En lo físico, la ciudad no será el valle bucólico que maravilló al cronista colonial, de variadísima vegetación regada por el Guaire y los ríos que bajan de norte a sur: el Caruata, el Catuche o el Anauco, pero tampoco la pura selva de concreto de una ciudad sin alma, donde la crítica extrema del progreso o una cierta nostalgia crónica sólo ven sombras anónimas engullidas por el tráfico citadino.
Hubo, como escribió don Alfredo Cortina, una “ciudad que se nos fue”. En realidad, se nos fue un tiempo, una época, porque la ciudad, más bien, siempre está llegando, creciendo, avanzando.
Es la ciudad en un gerundio progresivo y progresista.
Es Caracas, nuestra Caracas, en un infinitivo y un gerundio que expresan un canto a la vida. Es Caracas, nuestra Caracas, en un permanente, colectivo y bolivariano… VIVIR VIVIENDO.


lunes, 25 de julio de 2011

Caracas, acuse de recibo



Por Indira Carpio Olivo/ 


@icarpio/ indiracarpio@gmail.com





Caracas me roba y no tiene futuro




se hace anónima mientras sorbe mi alma




me rapta y a través del cristal sucio 




de un autobus me obliga a ver 




la vida que yace tendida en el lugar alado, 




acompañada del fotograma 




de la mano empuñada, vendido.






Caracas triste 




mece un tricolor en sus mejillas, 




tratando de contener 



el Güaire que derrama sus ojos.






Caracas polvareda, 




remolino de viento 




que azota las faldas marinas 




y agita risas nerviosas.






Caracas que hierve 



entre comentarios 



de la cintura hacia abajo.






Caracas, no te abriré la puerta, 



tendrás que derribarla




Hasta entonces muerde los barrotes, 



grita entredientes una mentira 



y repite que olvidaste mi saliva.






Caracas, reza para que no duerma, 



maldice mi nombre, acaricia otra grieta, 



odia-me-odia




Yo, seguiré acusándote












































Acuse de recibo

jueves, 21 de julio de 2011

La Vinotinto está arrecha

Por Indira Carpio Olivo/ indiracarpio@gmail.com/ @icarpio
La selección de fútbol de Venezuela, la Vinotinto, nos tiene acostumbrados a juegos de infarto. En la actual Copa América le quitaron la posibilidad de llegar a una final contra Uruguay, siendo -en palabras de los propios jugadores extranjeros- la mejor selección de un encuentro en el que más han sido los empates a cero que las goleadas, sin el lustro de los favoritos. 
El periodista mexicano David Faitelson, representante de la transnacional de la información ESPN, a través de su cuenta Twitter (@) expresó el sentimiento que parece resumir la posición de la Confederación Sudamericana de Fútbol -Conmebol- ante el juego vinotinto "Otro semifinalista que con 4 triunfos en su 'historia' de Copa America (se refiere al seleccionado nacional), sin experiencia mundialista. pretende respirar entre los grandes?".
El juego de Venezuela no da taquilla ni publicidad vinculada, no da dinero... Por eso no está en la final contra Uruguay. Eso lo debe saber el presidente de la Conmebol, casualmente paraguayo, Dr. Nicolás Leoz. Mucho se especula de su influencia sobre el arbitraje en el juego de la semifinal Venezuela-Paraguay, en el que el árbitro mexicano Francisco Chacón fue el protagonista, dejando mucho que desear de su participación.

lunes, 18 de julio de 2011

Linea de información sobre aborto seguro responde ante ataques mediáticos

En vista del ataque realizado a las compañeras del colectivo Línea 04261169496 Aborto Información Segura a través del artículo publicado en el diario Últimas Noticias el 14 de julio de 2011, en el cual se las vincula a una mafia dedicada al comercio con pastillas abortivas, nos pronunciamos en defensa del derecho al acceso a la información garantizado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el artículo 58 que contempla lo siguiente: “La comunicación es libre y plural, y comporta los deberes y responsabilidades que indique la ley. Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura, de acuerdo con los principios de esta Constitución, así como el derecho de réplica y rectificación cuando se vean afectados directamente por informaciones inexactas o agraviantes. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir información adecuada para su desarrollo integral.” 
 
Instamos entonces a los ediles Denis Arveláez, el concejal Hugo Figueroa, la presidenta del consejo de los derechos del menor, Raiza Bastardo y al equipo de Últimas Noticas a informarse con respecto a las actividades desarrolladas por el colectivo mencionado, y a no desvirtuar la labor desarrollada por las compañeras que lo integran.
 
La difusión de esta información salva vidas de mujeres y no responde a intereses económicos vinculados al comercio de ningún medicamento. 

Nos pronunciamos entonces en contra de la difamación, a favor del derecho a la información y a la libertad de las mujeres de decidir sobre sus propios cuerpos. 




"Respuesta de La línea a los ataques mediáticos"
Desde el colectivo Línea Aborto Información segura, nos dirigimos a la opinión pública nacional en respuesta al artículo publicado por el diario Últimas Noticias en su edición del jueves 14 de julio de 2011 (pág. 17).
Considerando las sospechas expuestas en dicho artículo en torno a nuestras actividades como colectivo, según las cuales estaríamos supuestamente vinculadas a una mafia que comercializa pastillas abortivas, declaramos:
Que somos un colectivo de feministas revolucionarias activadas en torno al derecho a la información.Que respetamos y defendemos el derecho que tienen todas las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos y destinos, que desde nuestra militancia feminista conocemos con cercanía y certeza que muchas de las que comentan sus experiencias de aborto lo hacen desde la soledad y la angustia que implica aplicar a su cuerpo técnicas inseguras e insalubres que ponen en riesgo su vida. En función de esto activamos una línea telefónica (04261169496) a través de la que difundimos información científica, segura y confiable avalada por la Organización Mundial de la Salud y la Federación Latinoamericana de Ginecólogos y Obstetras, sobre el uso correcto del Misoprostol, conocido en Venezuela bajo la marca comercial Cytotec.
Iniciativas como esta han demostrado su eficacia y necesidad en las experiencias de las compañeras de Argentina, Ecuador, Perú y Chile. El objetivo de la línea no es aconsejar a ninguna mujer sobre sus decisiones , sino compartir herramientas informativas que en nuestra labor diaria, hemos confirmado salvan la vida de mujeres que decididas a interrumpir voluntariamente sus embarazos, hubieran recurrido a métodos de alto riesgo. En Venezuela, cada semana, mueren una o dos mujeres por no conocer los protocolos del uso correcto del mencionado medicamento. Además, entre diez o veinte mujeres más sufren complicaciones graves que tendrán repercusiones sobre su fertilidad y su salud por el resto de sus vidas.
El acceso a la información científica sobre Misoprostol sigue siendo un secreto en Venezuela: las comunidades médicas corporativas guardan el suficiente silencio como para convertir una información pública y segura en el secreto que sostiene el mercado del aborto y los cuerpos de las mujeres bajo su poder. Esta actitud permite que sigan muriendo mujeres de sectores populares que abortan usando mal el Misoprostol.
Democratizar el acceso a información pública y redistribuir el conocimiento científico entre aquellos sectores que son históricamente excluidos, son dos objetivos claros de las democracias populares.
El acceso a la información es fundamental para decidir responsablemente sobre nuestras vidas, y lo estamos ejerciendo a través de la activación de una línea telefónica de acceso libre y gratuito para difundir información pública y necesaria. No comercializamos con pastillas, no tenemos acceso al Misoprostol, no tenemos sede, no realizamos abortos. No realizamos ninguna actividad clandestina o illegal, difundimos información.
Colectivo Línea Aborto Información Segura 04261169496
Caracas, 15 de julio de 2011
Si quieres apoyar este comunicado aca va el link con la petición para agregar firmas:

http://www.petitiononline.com/1aborto2/petition.html

viernes, 15 de julio de 2011

Passage du silence



El humo dibuja la espiral del olvido


y como furioso jinete


baila sobre el cadáver del silencio


cabalga un fantasma crucificado


en la procesión de balas-velas 


encima de mis hombros


en la morada del crimen


en mi cabeza


Por Indira Carpio Olivo


jueves, 14 de julio de 2011

4 Buenas Razones para no comer en Mc Donal's

Via el libertario.blogspot.com
1 Antisindicalismo McDonal's
McDonald's simboliza todo lo que está equivocado en el capitalismo global de la comida rápida. El sistema McDonald's está basado en bajas remuneraciones, horarios antisociales, puestos de empleo sin oportunidad de progresar y la evasión de la responsabilidad social empresarial mediante la concesión de sistemas explotadores de trabajo. La filosofía empresarial de McDonald's consigna una oposición fundamental a los derechos humanos y a la dignidad de sus empleados. McDonald's se ha distinguido por su intimidación empresarial e implacable dedicación a sofocar el debate público sobre sus prácticas, tal como fue recientemente ejemplificado por el llamado "Mc Juicio" por difamación en el Reino Unido (en el cual el juez que lo presidía estuvo de acuerdo sustancialmente con los acusados en su descripción de la compañía antisindical).
2 Explotación infantil
El pasado año un cronista del diario pequinés Sunday Morning Post, relató lo que vió en la fábrica de juguetes de Shajing, en la zona económica de Shenzen, donde se producían los juguetes de las cajitas felices de McDonald's. Una quinta parte de los trabajadores -mayoritariamente mujeres- tenían entre 12 y 15 años, que por trabajar 16 horas continuas los siete días de la semana, recibían aproximadamente ochenta dólares mensuales. Máquinas ruidosas, el aire irrespirable, un infierno que McDonald's tuvo que reconocer rompiendo el contrato con City Toys. "Los niños chinos, superexplotados durante meses, quedaron en la calle sin explicaciones y, lo que es peor, sin recibir indemnización alguna por despido ni por daños. Pero el prestigio de McDonald's quedó a salvo". Debido a los problemas en China, parte de la producción de trasladó a Brasil. A un año del escándalo en City Toys, un artículo publicado por la revista Carta Capital, denuncia que en la región de Maranhão, cosiendo los muñequitos de McDonald's, trabajan menores en condiciones lamentables. El 12 de octubre se celebra en Brasil el "Día del Niño", para esta ocasión se fabricaron cuatro millones de muñequitos para ser comercializados en cada uno de los 500 locales McDonald's del país. Según Carta Capital, el proceso de producción involucra a cuatro empresas: "McDonald's, la fabricante de juguetes Estrela, Confecciones El Charro, con sede en São Paulo, y la cooperativa de Rosário". En la cooperativa, la jornada de trabajo comienza a las 7:30 y se extiende hasta las 17:30, con una hora para el almuerzo. En los tres galpones ocupados por los trabajadores, la ventilación y la iluminación no son las adecuadas. El agua es de muy mala calidad y se carece de comedor. De acuerdo con testimonios dados por los trabajadores, se registran de cuatro a cinco desmayos por día. Sobre las retribuciones, se supo que al final del mes de julio, por las dos primeras semanas de trabajo, hubo empleados que ganaron 12 dólares aproximadamente (unas 2.300 pesetas). "Yo prometí a las personas que recibirían el triple como mínimo. Pero creo que no va a ser", confesó a Carta Capital la presidenta de la cooperativa, sin saber que conversaba con un periodista de la citada publicación. El polo industrial de Rosário, donde se sitúa la cooperativa, es parte de un proyecto financiado por el Banco Mundial y el Banco del Nordeste, que inicialmente preveía la construcción de cinco galpones. La zona, que nos recuerda las maquilas centroamericanas, fue inaugurada en 1996 por el presidente de la República, Fernando Enrique Cardoso. Hoy, en la cooperativa seleccionada por McDonald's, trabajan más de 10 menores de entre 12 y 15 años, según Vania Maria da Silva Marques, del consejo tutelar local.

3 Carne, lechuga, y escherichia coli
Hace algunas semanas cuatro locales de McDonald's fueron clausurados en Buenos Aires, al comprobarse que los Mc Pollo estaban infectados con la peligrosa bacteria. No obstante, el 13 de setiembre, el Instituto Malbrán envió al ministerio de Salud nuevos informes donde se determinó que cuatro hamburguesas, tres de carne vacuna -dos de ellas cocidas- y una nueva muestra de Mc Pollo, también cocida, estaban contaminadas con escherichia coli , una bacteria que, además de causar graves trastornos digestivos y renales, puede llegar a provocar la muerte. La publicación "Veintitrés" informó que en "los locales en lo que se detectó la contaminación fueron tres de los cuatros clausurados el 27 de agosto pasado". El semanario también consignó que "a diferencia de la publicidad que el Gobierno de la Ciudad decidió hacer sobre la detección de escherichia coli en los preparados de pollo, no se advirtió de la misma manera sobre las hamburguesas" vacunas. "Si esto hubiera ocurrido, concluye el artículo, las autoridades sanitarias porteñas tendrían que haber tomado la misma determinación que con los productos de pollo sospechados: además de clausurar los locales y prohibir la venta en todo el país de esos productos hasta determinar su calidad". McDonald's tuvo que reconocer que sus hamburguesas de pollo estaban contaminadas con bacterias fecales, tal como había determinado el Instituto Malbrán. "Según el Código Alimentario Nacional (argentino), el hecho quedó implícitamente establecido a partir del momento en que la empresa norteamericana desistió de realizar las "contrapruebas" o "contra verificación" sobre las ocho muestras de los medallones de pollo precocidos supercongelados, elaborados por la firma Mc Key Argentina S.A. y secuestrados en los cuatro locales clausurados". Por su parte la revista Imagen, analizó la actitud asumida por McDonald's ante la clausura de cuatro de sus locales. El artículo denominado "El factor Lanata" destaca como algo positivo "la celeridad que tuvo la empresa a la hora de retirar de la venta los productos de pollo que el gobierno porteño decía que podían estar contaminados con la bacteria escherichia coli . Sin embargo criticó su estrategia de dividir "al periodismo entre aliados y enemigos". La publicación consultó a Federico Rey Lennon, Director master en Comunicación de la Universidad Austral, quien afirmó "que los periodistas que la empresa utilizó como ´defensores´ eran poco creíbles". Entre los McDonald's fans, se destacó Daniel Hadad, quien en el programa "Después de hora", comió una hamburguesa de pollo ante las cámaras. ¡Otro que quiere ser muñequito de la "cajita feliz"!

4 Síndrome Hemolítico Urémico
Noticias de prensa dieron cuenta, a principios de octubre, que las autoridades sanitarias chilenas habían clausurado un local de McDonald's, al descubrirse que las hamburguesas que elaboraba contenían la bacteria que provoca el Síndrome Hemolítico Urémico (SHU), que puede causar la muerte en los niños. La bacteria fue descubierta en la carne de pollo utilizada para preparar hamburguesas, luego de la denuncia de que un niño de cuatro años que comió una hamburguesa, permaneciera en estado grave en la sala de cuidados intensivos de una clínica privada de Santiago. El Servicio de Salud Metropolitano del Ambiente (Sesma) decidió aplicar al local en cuestión, además del cierre, una multa equivalente a 60.635 dólares después de haber detectado la presencia de la bacteria escherichia coli enterohemorrágica . El concesionario de McDonald's Chile, una administradora de franquicias que lleva el emblemático nombre de Renacimiento Ltda., apeló esta decisión ante los tribunales. Una interesante cronología de las reacciones que desencadenó este caso, pudo seguirse a través de sucesivas ediciones de El Mercurio de Santiago. Con la evidente intención de ocultar lo realmente acontecido, después del cierre, el local de McDonald's lucía un cartel donde podía leerse: "Cerrado por reforma". Días más tarde, el ministro de Trabajo, Ricardo Solari, y el subsecretario de Salud, Ernesto Benkhe, dieron una conferencia de prensa para señalar que era seguro comer en las sucursales de McDonald's, en esa oportunidad Solari comió una Mc Pollo (como puede verse, los aspirantes a muñequitos de la "cajita feliz" son cada vez más). La reacción de diversas organizaciones sociales fue inmediata, respaldando la actuación del Sesma por un lado, y criticando el apoyo de los mencionados representantes gubernamentales a la transnacional por otro. Esta reacción de las organizaciones sociales tuvo dos consecuencias inmediatas: por un lado, el ministro Solari reconoció que se equivocó al apoyar públicamente a McDonald's, admitiendo que, cuando las críticas "son unánimes, tengo la sensación de que ha habido una equivocación en nuestra actuación". Por otro, McDonald's dándose cuenta que con el cartelito de "Cerrado por reforma" y la presión ante funcionarios del gobierno no alcanzaba, el 11 de octubre emitió un comunicado público donde, entre otras cosas, expresa en el punto 1, que "la posición científica de McDonald's ha sido ratificada". Por nuestra parte, ignoramos cuál es esa posición científica y qué universidad o academia se la otorgó. Y en el punto 6, "lamenta profundamente que su política mundial -aplicada también en Chile- de apoyo a instituciones de beneficencia en las áreas de educación, deportes y salud, sean interpretadas maliciosamente". Junto al de grasa frita, percibimos también un tufo a chantaje barato. Más adelante agrega: "la Corporación y todos sus empleados se sienten orgullosos de ejercer su responsabilidad social y seguirán ejerciéndola en beneficio de los grupos más necesitados". Como se desprende de lo anterior, McDonald's se toma la libertad de hablar en nombre de sus empleados, pero no permite que sus empleados hablen por ellos mismos, al negarles el derecho a organizarse sindicalmente. McDonald's es un problema, pero el peligro mayor radica en que el neoliberalismo nos está llevando, cada vez más aceleradamente, a la macdonaldización del trabajo y de la sociedad.

UITA-Regional LatinoAmericana
http://www.revistanatural.com/articulo.asp?id=46

lunes, 11 de julio de 2011

Receta para ser una feminista OUT

Feminismo pasa de moda en Venezuela sin haberlo estado
Por Indira Carpio Olivo/ indiracarpio@gmail.com/ @icarpio/ indiracarpio.blogspot.com

Un demonio desfila por la pasarela roja rojita. Asusta a algunos autonombrados revolucionarios, quienes consumen sus neuronas en un monosilábico ¡BAH! para acompañar el grito de guerra más reciente de los izquierdosos de vitrina venezolanos: “el feminismo pasó de moda”.
Usted leyó bien y si, tiene razón, si, si y si. Éste es otro error garrafal en las filas de los recién investidos zurdos. Lo que ocurre se lo deben a ese terrible monstruo que se pasea como Pedro por su casa: la ignorancia y no a la posible falta de conocimientos académicos, sino a la poca cercanía a la sabiduría popular, que se niegan a ingerir como si les ocasionara una reacción alérgica a una fórmula médica.
Personas cercanas al ingenioso y a la creativa del nuevo eslogan de la burocracia venezolana piden encarecidamente no revelar su nombre, pero para más señas, la responsable es la misma organización que le preguntó al Poeta del morralito (1) qué tipo de canciones cantaba, para luego argumentar que su música no era del género Necesario para celebrar el bicentenario de la independencia nacional... Toda una resistencia al remedio llamado respeto. 
Asímismo, esta institución de la revolución rechazó la participación de colectivos feministas en un foro (que al final no se llevó a cabo) con el nombre Mujer de hoy, eufemismo que ocultaba el verdadero tema: Belleza y mujer. Sus voceros dijeron llevar al encuentro un representante del sector de los negocios de estéticas femeninas, para que hablase sobre la emancipación de la mujer y su relación con el 200 aniversario de las luchas patrias contra el yugo del imperio español (¿?).
Cualquier comentario o sugerencia... guárdeselo porque nunca es tiempo para la crítica, “ahora no es el momento”, “no le de herramientas al enemigo”, “le hace un favor a la derecha”, mucho menos es tiempo para atender quejas de malpagados de la CIA. Las taquillas para recibir sus reclamos abren a las 2:00 AM y bajan la santamaría a las 2:45 AM. Traiga copias de cualquier cosa, serán necesarias. Tenga en cuenta que será denominada feminista, ultrosa, radical y comunista (como si esto fuera un insulto), en resumen usted será una bruja.

Para algunas y algunos, ser feminista es una cosa del pasado y el adjetivo es sinónimo de cabeza caliente, hembrista, lesbiana, amargada, cuaima y crítica (2), todos adjetivos OUT para estar de moda, ser popular o no ser una luser.
Incluso, hay mujeres que se apresuran a aclarar que comparten la lucha pero no se asumen del gremio, porque formarían parte del “estereotipo de feminista al uso, esto es, una mujer lesbiana o de dudosa trayectoria sexual o mujer sola, solterona o divorciada de larga duración, seguramente fea o con algún defecto físico, intransigente, negada a escuchar o leer comentario alguno a favor de los hombres”. (3)
Esta versión moderna de la bruja hereje, que suscriben aquellas y aquellos que el feminismo les parece feo, se origina a finales de la segunda guerra mundial y constituye la etiqueta difundida por el poder en la discriminación de las personas por razones de sexo, para “continuar obteniendo mano de obra barata en el campo laboral y mano de obra gratuita en los hogares. Mientras más desprestigiadas estén las lideresas que trabajan por la igualdad con los hombres, menos fácil será que se identifiquen con ellas la mayoría de las mujeres, las trabajadoras mal pagadas y las amas de casa amarradas al fregadero y la cuna”. (4)
He allí la contradicción entre quienes se asumen “revolucionarios” y creen que una corriente de pensamiento emancipador pasa de moda. Aquellas y aquellos que obtuvieron su licencia como personas de izquierda en una caja de cereal desconocen que el feminismo “es un tipo de pensamiento antropológico, moral y político que tiene como su referente la idea racionalista e ilustrada de igualdad entre los sexos” (5), una ideología que profesan movimientos políticos, culturales y económicos que tiene como objetivo la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.
En esta parte de la receta feminista para estar OUT en la moda revolucionaria se incluyen otros ingredientes, con la participación de los colectivos de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Intersexuales y Transexuales, así como campesinas, obreras, afrodescendientes, intelectuales y alguna que otra burócrata (dentro de las cuales me cuento de vez en vez).

En pleno siglo XXI, la población femenina sigue siendo el principal blanco de la discriminación sexual, de clase y racial, sigue considerándosele como el sexo débil y aunque en Venezuela 3 de los 5 poderes del Estado está en manos de mujeres, persiste en las instituciones gubernamentales este tipo de acciones.
Las y los feministas cabalgan entre varias historias de lucha, enfrentando al sistema para alcanzar objetivos que las nuevas generaciones asumen como un derecho natural, no sólo el voto, sino -y entre otras reivindicaciones- un salario igualitario, el valor económico del trabajo en el hogar y su respectiva seguridad social para las amas de casa, la maternidad como una opción y no como obligación femenina -por lo tanto la despenalización del aborto-, la protección a la madre trabajadora -a través del resguardo de su empleo, así como la corresponsabilidad social del estado en el cuido de las hijas y los hijos-, igualdad en derechos y deberes para la crianza de la prole, la libertad sexual -en la que puedan decidir qué hacer con su cuerpo-; y la participación política en todos los poderes públicos.

Lo que olvidan las funcionarias y los funcionarios es que el mismo presidente Hugo Chávez se declaró feminista. En lo que recuerden esta declaración del líder, seguramente serán más papistas que el Papa, hasta que el propio mandatario diga lo contrario y salgan a cazar brujas.

Prescripción facultativa:
Si este texto le produce nauseas, piquiña, hinchazón, molestias gástricas o salivación excesiva, suspenda su uso y consulte a su burócrata de bolsillo. Él o ella sabrán cómo hacerle perder su tiempo, le indicarán que IN, es decir lo que está de moda es leer autoayuda.

Para ampliar informaciones:
  1. El Poeta del morralito es un cantautor caraqueño, de música crítica al sistema, poeta y de vez en cuando predicador: http://elpoetadelmorralito.blogspot.com/
  2. La crítica, de pronombre femenino, es un ser de otro mundo, con muchos ojos, muchas lenguas y que los “revolucionarios” han dado muerte a la muy maldita en nombre de cristo cristificado.
  3. ESPINA, Gioconda, Las feministas de aquí, p-1
  4. Ibid, p-2
  5. AMORÓS, Celia (1997). Tiempo de feminismos, Madrid, Editorial Cátedra.