miércoles, 30 de abril de 2014

Un hombre vuelto escombros

Las últimas horas de Hitler






Por: Ernesto J. Navarro



El poderoso ejército de la Unión Soviética pisaba Berlín y Hitler bajo tierra escuchaba el sonido de las bombas y la caída de su imperio. Una boda triste, órdenes que no se cumplieron y la última decisión.


-Acepta usted por esposa…

Luego que ambos aceptaron estar juntos hasta que la muerte los separe, hubo un silencio crudo, hondo. Los dos testigos y la secretaria que miraba desde el fondo intentaron un aplauso que se ahogó entre las miradas. Era la media noche del 29 de abril de 1945 y el hasta entonces hombre fuerte de la Alemania Nazi, Adolf Hitler, firmaba su acta de matrimonio con Eva Braun (en sus últimas horas: Eva Anna Paula Hitler).

miércoles, 9 de abril de 2014

Gastronauta 5: ¡El gusto es mío!

 Para mi mamá...

Amalia llegó de Aguas Frías a Charallave en 1945. En aquel pueblo la casaban con su primo.
Su delgada figura destacó siempre por su larga y encrinejada cabellera. Masticaba sus dientes y fumaba desde los trece años. Ella nació con un nombre que no le gustaba, y como quien se cambia de pantaletas se hizo llamar Amalia.
No lloró antes, ni durante el matrimonio. Resentía, pero iba a dar toda su rabia a la cocina. La brasa ardía, y el calor no permitía estar en aquella casa.
Su marido poco estaba. Aún así, tres fueron los hijos que nacieron entre los fogones.
Cacheteaba los años, como quien pasa la página, hasta que el marido murió envenenado. Nadie averiguó, porque Arcadio no era gracioso para alguno, tampoco para la justicia.
El año antes de su asesinato, el hombre había negociado por unas cuantas monedas la libertad del camionero, que había matado accidentalmente a la primera de las hijas de su matrimonio con la prima.
Ninguno de los niños entristeció por la muerte del padre. Amalia enlutó, hizo café, el mejor que había colado, para los comensales en el velorio. En la urna lo miraron muy poco, estaba en la salita de aquella casa y todos afuera. No soportaba el vapor. La leña ardía. La mujer cocía agua todo día, todoeldía. Tenía dos meses de embarazo.

La mañana siguiente de haber enterrado al finado, Amalia fue a ofrecer sus guisos al Restaurante del italiano, recién llegado de la destruida Europa. Arcadio no aportaba mucho a la mesa, pero era el único con trabajo fuera de casa. Al morir el marido, la cocinera destapó las ollas de aquel pequeño pueblo.

Antonio, el calabrés, la empleó inmediato. Desde que la vio venir, sus ojos pendularon con sus caderas. El tizón de Amalia no fue problema. Él provenía del sur, de la costa, aunque su blancura y el azul de sus ojos lo hicieran poner en duda.
El soldado cocinó bajo fuego cruzado. Enrolado por obligación, bajo el ejército azzurro aprendió diferentes idiomas, según contaba. En sus marmitas, el mundo. En las de Amalia, el sol.
Cuando la probó, no la soltó. Tanto, que asumió el embarazo de la mujer de las trenzas, que traía bajo su regazo un par de niños más, y volvió a tapar las ollas de aquel pequeño pueblo.

A los dos años, después de haber parido a Chicho, pendía de sus tetas, Flora, la primera de los ocho hijos que Antonio y Amalia tuvieron en adelante: Franco, Maritza, Silvana, Elsa, Dante, Graciela y Martha. Todos heredaron los calderos.
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Es época de mangos. Si te descuidas, en el patio de la casa de mi madre, te pueden decapitar. Nadie hace el dulce de mango como la abuela. Pero el de tío Dante se le parece. La sazón del abuelo murió con tío Franco. Pero, la revivió la tía Chela. Flora cuece casi cualquier cosa en tiempo récord, porque todavía -más de cincuenta años después- sigue pegada de la teta de Amalia. Silvana y Elsa, la parchita y la cerecita de monte, agria y dulce sus paletas. Tía Martha puede hacer casi cualquier receta a la perfección, y todos alguna vez recibimos los platos de comida en la cabeza, tras una rabieta de Maritza.

La mesa nos reune cada tanto. Cada cual tiene una versión de la passata del abuelo. La mía tiene pedacitos de plátano. La he hecho caribe.
La copia en la cocina es doble felicidad, porque un gusto dos veces: regusto.
De todas maneras rosas ¿Qué, o quién es realmente original?

“Todo hombre interpreta lo que observa, pero los términos de dicha interpretación no son los suyos; no los ha formulado personalmente, ni siquiera los ha puesto a prueba; cada hombre habla con otros acerca de interpretaciones y observaciones, pero los términos en que se expresa proceden con toda probabilidad de pensamientos e imágenes que ha tomado de otra persona”.
Dice Edward Said que una se construye con lo que otros han dicho sobre lo que otros dijeron.
Mi abuelo es lo que me cuentan y cómo yo lo recuento. Estoy segura que “el punto” en mis cocciones se lo debo a él: una mezcla de mar mediterráneo y caribe, con una toque de picardía y abundante amor ciego.

Después de los fogones, él se dedicó a construir, y no hay nada que nos apasione más a ambos que hacer brotar de nuestras manos lo que el corazón nos sueña. Si yo hubiese conocido al abuelo, estoy segura de que le diría: “Antonio, el gusto es mío”.


Caracas, más que un nombre

Abajo, un texto que hice alce algún tiempo sobre Caracas, su significado, a propósito de una exposición en el Centro de la ciudad.
Pero antes, algunos datos científicos, que nos aporta el investigador Wilmer O. Carmona, sobre la yerbacaracas:
"Amaranto, pira, bledo o yerbacaracas, tantos nombres para esta modesta planta que crece en terrenos baldíos, orillas de caminos y como “maleza” en muchos cultivos.
Es una hierba de alrededor de 1-1,5 m de altura. Posee inflorescencias en espigas con semillas diminutas con un alto contenido proteico. Sus hojas, con valor medicinal y nutricional, se utilizan para la preparación de ensaladas, sopas y guisos. Este género posee una amplia distribución en las zonas subtropicales y tropicales del mundo, siendo originarias de América 40 de las 70 especies del género. Varias especies eran usadas por los indígenas de toda América, constituyendo la base de la alimentación de muchas sociedades prehispánicas, incluso mucho antes que de que el maíz transitara por el fantástico proceso de la domesticación humana.

 Las especies graníferas de amaranto fueron domesticadas hace más de 7.000 años en el altiplano central de México, Mesoamérica y los Andes centrales, convirtiéndose en pseudocereales cuyo contenido nutricional es superior al del maíz, arroz, trigo y soya. En Venezuela crecen 8 especies hortícolas, entre las que destacan el bledo o yerbacaracas (Amaranthus dubius), cuyo nombre indígena dado por el pueblo toromaima, le confirió el nombre a nuestra ciudad capital. También están la pira brava o pira espinosa (Amaranthus spinosus) y la pira dulce (Amaranthus viridis), todas con una amplia distribución. Uno de los mayores retos de la sociedad actual es proveer la mayor cantidad de alimentos de una forma ecológicamente sustentable, es decir, producir alimentos sanos con el menor impacto posible en los suelos y las aguas. En este marco, el rescate y revitalización de los saberes sobre especies autóctonas subutilizadas, en especial en el trópico americano o Neotrópico, constituye una tarea prioritaria, para lo cual destaca esta sencilla y a la vez maravillosa planta".

Ahora sí, lo que escribí...

lunes, 7 de abril de 2014

Muerte chiquita

“Comience por deshilachar los sentidos ácidos de su camiseta. Lama pausadamente cada rincón de sus decencias y absorba todas las fragancias hasta que el decoro se convierta en caramelo y la lluvia acompase sus latidos. Aderezca su piel con feromonas y transporte esa música a lo largo de su cuello, su torso y espalda. Nutra su mirada de espejos desenfocados; y cuando desde el campanario la acústica de su matriz implore a los feligreses atención, añada tres cucharadas soperas de libidinosa tempestad. Continúe palpando espontáneamente sus entrañas sin dejar de remover los vapores que exhale. Sobretodo, no respete los consejos y apague el telediario. Ríase del porno tradicional mientras canta una nana, un irrintzi, un gregoriano, o lo que usted prefiera. Recomendamos comerse la boina y quitarse el chocolate de las uñas, para disminuir la hiperventilación y no agitar a las vecinas que riegan sus atardeceres. Con sus manos amase el flujo sanguíneo, suba el volumen, arañe la almohada, nivele la presión del agua y espolvoree sus mamas. Maúlle, brinque, escriba un par de poemas e invente dragones sin espinas. No olvide rociarse con jengibre y contornear ilustraciones labiales hasta que su pelvis rezume una sonrisa ancha. Repítalo al menos una vez por semana, antes de que la sopa se enfríe y a los ladridos se los lleve la corriente”.

Por Itsasne Gaubeca: "Instrucciones para masturbarse".


miércoles, 2 de abril de 2014

Receta pa la soledad

Ingredientes:
una yema de margarita
un cuarto de una plegaria de oliva
tres rodajas de luz de un girasol
una cucharada de sombra de nogal
dos lloros atardecidos de un sauce,
una taza de agua dulce
medio arrebol de un lapacho
polen de los cuatro vientos
esencia de lima
una pizca de luz de luna
hojitas de albahaca
el condimento secreto de la abuela

Preparación:
En una ollita de barro fundir una yema de margarita con un cuarto de una plegaria de oliva, agregar tres rodajas de luz de un girasol y una cucharada de sombra de nogal… luego, verter dos lloros atardecidos de un sauce y una taza de agua dulce; unificar con cuchara de madera… en una sartén, grillar medio arrebol de un lapacho, tamizar polen de los cuatro vientos y espolvorear… eso sí, no se puede dejar de cantar en la cocina pa que todo salga bien… adherir a la preparación: esencia de lima, una pizca de luz de luna, el verde aroma de unas hojitas de albahaca y la magia del condimento secreto de la abuela… mezclar largamente hasta que la soledad se vaya casi por completo…

Por Donata Paz