"Como los budistas, sé que la palabra no es el hecho. Si digo manzana, no es la maravilla innombrable que enamora el verano. Si digo árbol, apenas me acerco a lo que saben las aves. El caballo siempre fue y será lo que es, sin saber que así lo nombro. Sé que la palabra no es el hecho, pero sí se que un día mi padre bajó de la montaña y dijo unas palabras al oído de mi madre…Y la incendió de tal manera que hasta aquí he llegado yo, continuando lo que mi padre comenzó con algunas palabras”.